Desde
su amplia cabecera, desnuda de vegetación, por encima de los dos mil metros de
altura, el río Bellós se precipita, en un apreciable nivel y rápido descenso,
para embestir con fuerza las masas calcáreas. Nacido de las surgencias del
macizo de las Tres Sorores, sobre sus veinte kilómetros de recorrido ha labrado
su majestuoso e incomparable cañón, de orientación Norte/Sudeste, en un lucha
secular y titánica.
Su formación es el resultado de un sistema de
fracturas radiales que parten del vértice de Monte Perdido. Sus quebraduras,
sus superficies planas cortadas limpiamente en sus bordes y acantilados, sus
ángulos vivos, testimonian la juventud de su estructura. Lapiaces, sumideros,
cuevas y surgencias compendian el curioso mundo del subsuelo.
El
Desfiladero de las Cambras introduce en el escenario y adelanta la calidad
ambiental del espectáculo. Una estrecha cornisa, con el río encajado entre
sombríos paredones. Puente de San Urbez, colocado en la estricta vertical del
precipicio, sobre dos inverosímiles estribos. La Cueva de Aso, solitaria, junto
al antiguo molino. Los paredones de Sestrales y Mondotó hace de pórtico
monumental al valle. Hasta la surgencia de la Fon Blanca y su circo glaciar
terminal, un largo encantamiento de varias horas de marcha.
Desde
lo alto, la impresión es extraña y subyugante. Una intensa fracturación cizalla
las enormes masas. Una inmensa grieta, tallada en medio de horizontales y suaves
pastos. A cada quiebro de la inmensa herida, el espectáculo inigualable del
cortado del cañón, la belleza del gran bosque en su conjunto y en cada uno de
sus detalles y matices. "Podría servir de templo para el
Romanticismo", se ha dicho. Es demasiado salvaje, impensado y paradójico
para asociarlo a cualquier disciplina.
Las
Tres Sorores como trinidad dominadora. Las Tres Marías haciendo de calco e
imitación. En lo alto de Añisclo, un doble reborde y buenas zonas de pastos que
recogen en las estivas a pastores y ganado. El altiplano superior está formado
por compactas y potentes masas serranas, de discreto desarrollo vertical. Un
paisaje grato, bucólico, de suaves laderas y relieves, tan alejado del corte o
desgarrón de la garganta que hace pensar en un simple y maravilloso sueño.
(Texto www.ordesa.com)
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